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sábado, 30 de agosto de 2008

Ana y Mia parte III


"¿Que tienes ahí Barbi?" le preguntó una vez su compañera de banco en el colegio, ella nerviosa por la indiscreta pregunta guardó el papel en su estuche, no permitiría jamás que ellas se enteraran de lo que era, sus planes corren peligro bajo la atenta mirada e intromición de sus compañeras de curso, "es solo las lista de compras que debo hacer después de clases" mintió sin mirarla, sabiendo que ella no le creería.
En los 9 años que llevaba dentro de las paredes del Inmaculada Concepción College nunca pudo importar ni agradar a profesores ni compañeras, para los primeros no era más que otra cifra para la subvención escolar y para las segundas era la rareza indispensable en cualquier curso de cualquier colegio. Nunca las odió, nunca les deseó mal alguno, la soledad fue para ella siempre un pasadizo a la madurez, ya había demasiado odio en su vida hogareña y podía entonces precindir de un poco más en su vida escolar. Quizas fue por eso que nunca se defendió, no quería más problemas, durante años acumuló dentro de sí malogrados recuerdos en libros deshojados y podridos de lagrimas reprimidas. Barbi sabía que un corazón armado de oidos para escucharla y espada para defenderle se sentaba junto a ella desde hace 6 años, la unica que la conocía, su única fuerza para aguantar a diario el martirio de sus compañeras, su unica amiga. Le dolió mentirle así y más aún escuchar su replica."Barbi, tu no sabes mentirme, y yo lo sé. Ahora, sostenme la mirada y sin temblarte las manos dime que es tu la lista de compras para despues de clases". Barbi no pudo hacerlo, odiaba tanto que hiciera eso aunque pudo comunicarle con la mirada que no le hiciera más preguntas al respecto, por favor. Complaciente y comprensiva como siempre lo fue su amiga dejó el tema a un lado, aunque no del todo. Ya habían pasado dos meses desde la ultima reunión con sus amigas, o como Barbi decía "las amigas de su amiga", y el calendario hacia su trabajo recordando el apronte de otra impajaritable sesión, ante la insistencia de su amiga ella respondía que no estaba de animos como para ir, los últimos dos meses habian sido intensos, colgando siempre su estado animico de un hilo y meciendose al vaivén del soplido de su alma, Ana y Mia habían hecho mucho con ella durante este tiempo, no solo estaba adquiriendo la perfección física sino también adquirió invaluable madurez, y ahora luego de así meditarlo concluyó también que su visión del mundo había cambiado, era hora de ver si el mundo había cambiado su visión sobre ella.Tarde de helados nuevamente, todas hablaban con todas a excepción de ella, nada había cambiado hasta el momento, como siempre nadie se le acercó ni tampoco ella lo hizo, lo único que notó diferente era la inquietante semblante de su amiga, era como si ocultara algo que ella supiera también, apretaba un papel en su puño, no pudo determinar si de rabia o de impotencia lo hacía, aunque era obvio que algo le pasaba. Comenzaba a sacar sus conclusiones cuando algo cambió en el aire de golpe, como cuando se sabe que alguien inesperado para la razón pero no para el alma cruza por el umbral de la habitación, es el alma quien teje con hilos foráneos para la razón los encuentros cruciales en la vida de cada uno, es el alma quien depara cada detalle para cambiarnos la vida de un segundo a otro, es el alma la que construye ese momento, ya sea este mágico o tétrico pero por sobre todo único, un momento como el que ella vivía ahora, Barbi con sus malogrados 14 inviernos se vio nuevamente envuelta por risitas de niña en aquella habitación, se sintió rodeada por miradas entornadas más intensas que hace dos meses, más provocadoras, más perturbadoras, con un cosquilleo en su oído creyó oír a Ana y Mía decirle suavemente: "Gírate linda, date la vuelta Barbi", ella extasiada por el empalagoso dulzor de sus voces giró en 180 grados y la vio. Sobre un pie en punta envuelto con un zapato rojo como buscando algo en suelo y el otro bien puesto en el suelo se extendía la figura esbelta de una mujer suave y delicada cubierta por un vestido rojo oscuro escotado, su pálida tez servía de lienzo para dibujar sus finas y aristocráticas facciones solo coloreadas por sus rojos labios, todo estaba coronado con una enmarañada colección de cabellos curvados y enroscados desde la raíz hasta las mismísima punta, tenía un hombro apoyado en el umbral de la puerta, una copa de helado en la mano, una mirada seductora dirgida a Barbi y una pulsera de cuencas rojas y púrpuras como la que ella se había acostumbrado a usar desde hacia un tiempo.¿Quien era ella? ¿Porque nunca la había visto? ¿Porque me mira así? ¿Ella también...? Junto a la mujer estaban Ana y Mía jugando con su pelo y sus ropas, la respuesta de Ana no se dejó esperar: "Ella lo es todo linda, todo" Esta vez no fue Mía quien le cerró un ojo, la extraña la invitó con sus pestañas a acercarse.continuará...

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